49, 5 x 69 cm. Lápiz sobre Papel. |
“El aspecto de Barcelona resultaba sorprendente e irresistible.
Por
primera vez en mi vida, reencontraba en una ciudad donde la clase
trabajadora llevaba las riendas. Casi todos lo edificios estaban en mano
de los trabajadores y cubiertos con banderas rojas o con la bandera
roja y negra de los anarquistas (…) En toda tienda y en todo café se
veían inscripciones que proclamaban su nueva condición de servicios
socializados; hasta los lustrabotas había sido colectivizados y sus
cajas estaban pintadas de rojo y negro.(…) No quedaban automotores
privados, pues habían sido requisados, y los tranvías y taxis, además de
buena parte de los otros transportes, ostentaban los colores rojo y
negro.(…) los altoparlantes vociferaban canciones revolucionarias durante
todo el día y hasta muy avanzada la noche. (…) Parecía una ciudad en
las que las clases adineradas habían dejado de existir. (…) Casi todo el
mundo llevaba tosca ropa de trabajo, o bien overoles azules o alguna
variante de uniforma miliciano. (…) No había desocupación y el costo de
la vida seguía siendo extremadamente bajo. No se veían personas
manifiestamente indigentes, y ningún mendigo, exceptuando a los gitanos.
(…)Los seres humanos trataban de comportarse como seres humanos y no
como engranajes de la máquina capitalista. (…) En las calles carteles
llamativos aconsejaban a las prostitutas cambiar de profesión”.
George Orwell. Homenaje a Catalunya.
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