Catalunya, 1936.

49, 5 x 69 cm. Lápiz sobre Papel.

“El aspecto de Barcelona resultaba sorprendente e irresistible.
Por primera vez en mi vida, reencontraba en una ciudad donde la clase trabajadora llevaba las riendas. Casi todos lo edificios estaban en mano de los trabajadores y cubiertos con banderas rojas o con la bandera roja y negra de los anarquistas (…) En toda tienda y en todo café se veían inscripciones que proclamaban su nueva condición de servicios socializados; hasta los lustrabotas había sido colectivizados y sus cajas estaban pintadas de rojo y negro.(…) No quedaban automotores privados, pues habían sido requisados, y los tranvías y taxis, además de buena parte de los otros transportes, ostentaban los colores rojo y negro.(…) los altoparlantes vociferaban canciones revolucionarias durante todo el día y hasta muy avanzada la noche. (…) Parecía una ciudad en las que las clases adineradas habían dejado de existir. (…) Casi todo el mundo llevaba tosca ropa de trabajo, o bien overoles azules o alguna variante de uniforma miliciano. (…) No había desocupación y el costo de la vida seguía siendo extremadamente bajo. No se veían personas manifiestamente indigentes, y ningún mendigo, exceptuando a los gitanos. (…)Los seres humanos trataban de comportarse como seres humanos y no como engranajes de la máquina capitalista. (…) En las calles carteles llamativos aconsejaban a las prostitutas cambiar de profesión”.

George Orwell. Homenaje a Catalunya.

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